martes, 5 de enero de 2010

RINCON CULTURAL BARRIO 13 DE JUNIO

EL DR ALFONSO NOGUERA AARON le expone a todos los vistantantes de esta ´pagina uno de sus escritos en homenaje a nuestra hermosa Ciudad

¡ Samario...!
si, soy samario,
y en mi pecho grato anido
un sonoro, corto y bello,
singular gentilicio…
¡Samario!,
que orgulloso llevo
cual inmortal nombre de pila
en el tuétano de mis huesos;
y mi vida resucita
entre la leyenda y las cenizas
que me han dejado mis abuelos,
y en la confidente lira
de los poetas callejeros.

Si… !Soy samario!
y en mi alma llevo impreso
muchos siglos de calvario
y me han golpeado sin testigos,
primero los perversos,
piratas, truhanes y villanos,
perpetuados en recintos;
y luego por tiranos,
que un Bolívar caribeño
con su gloria apabulló,
y desde hace mucho tiempo
por mis propios inconversos
y pérfidos paisanos,
cleptócratas y fuleros
que sólo ante Dios
alguna vez serán juzgados;
no sé qué es el progreso,
pues Dios todo lo ha dado
pródigo a esta tierra;
vivo en un tibio paraíso
donde nada es necesario
y hay vendimia de mil cosas,
con sus plagas en la sombra;
inmune soy a las sorpresas
y ya nada a mí me asombra,
pues la miseria y la pobreza…
son cuestión de poca monta.

Si, ¡Soy samario!
heredé la paz de los Tayronas
y el salero andaluz,
y en mi sangre se acrisola
en una pizca bien graciosa
una digna y bella negritud;
¡Soy un espíritu puro...!
mi vida es una broma,
cuando al mar me zambullo
las penas me abandonan;
y llevo con sumo respeto...
¡Pero de verdad, verdad!
la Fe cristiana que profeso,
sin compunciones simuladas
ni tanto golpe de pecho,
sin camándulas de oro…
y... sin jugar a la caridad,
y esto digo con decoro:


A la fortuna de la tierra
perentorio yo renuncio,
pues tamaña gusanera,
es estigma de este mundo.

¡SOY SAMARIO!
Poema del libro Canto de Mar.
Autor: Alfonso Noguera Aarón

A la fortuna de la tierra
perentorio yo renuncio,
pues tamaña gusanera
es el estigma de este mundo;
los siglos en mi alma
de plata martillada,
han grabado la palabra
fina y fuerte de mi lira,
y con el corazón florecido
y artillado de sonrisas,
me complazco en el idilio
fabuloso de mis bahías
y canto como un himno...
al mar, al sol y a la brisa,
que derrocho desde niño
de los cafetales de la Sierra
al vivo fondo submarino,
El Morro, Gaira y pescaíto,
Taganga y Manzanares,
a San Pedro Alejandrino.

Soy samario...
y en mi casa aprendí
los ajetreos de mi padre,
recia estirpe marinera
y sin de aquí nunca salir
a las naciones de la tierra,
por sus mapas y banderas
en el puerto conocí;
con el férvido interés
de ser sabio sin partir
y de llegar a mi vejez...
plácido y feliz;
y no quiero convertida
mi urbe en un tropel,
de matracas citadinas,
de anónimos repleta,
o una fauna serpentina
aullando entre sirenas;
y a Dios le pido un bien,
el bien que yo más quiero...
que mi adorada ciudad...
obtenga su progreso
fundado en la equidad,
y sea el limpio vividero…
aquel puerto de veleros
que soñaron mis abuelos.

Soy samario y Santa Marta,
playa dulce de mi infancia,
no quisiera nunca más...
por un instante ya dejar,
pues tu ausencia me acongoja...
y aunque otras sean las tierras
que cual náufrago me acojan,
en mis entrañas siempre tiembla
un marinero relicario,
que ya nunca me abandona,
que habla, piensa y sueña…
en mi nostalgia ventolera:
¡Soy el raizal samario...!
pervivo aunque me muera.

¡Amo a la vida!
y la tierra entera…
¡Bienvenida a Santa Marta!
y que siembren en mis venas
mil sangres asaz extraña,
pero nunca, nunca…
mi costumbre profanada,
ni se calla ni se oculta
la razón que nos hermana...
¡Pues soy caribeño…!
y bailo sobre el mar,
mi frontera es el bolero,
la cumbia colombiana
la tambora que yo anhelo,
la bella música cubana
y el ritmo borincano...
lindes son de este cielo
luz azul de mis hermanos.

Soy samario y yo te quiero,
mi bella y buena Santa Marta,
juego al fútbol playonero
y descalzo doy más suela...
¡Soy samario de pura cepa!
y lloro, sufro y gozo
en las malas y las buenas
con las glorias de mi tierra...
¡Viva! ¡Que viva…
el Unión Magdalena!
garra, pasión y enjundia
es mi bandera deportiva;
y esto siempre yo condeno
por la historia de mi vida...
detesto los caducos abolengos,
las ignorancias atrevidas
y la mueca respingada, farisea;
son adalides de otras juergas
decadentes y obsoletas;
y yo soy un alma verdadera...
¡Soy de aquí, soy un trupillo!
yo juego a la franqueza
y al hipócrita maldigo,
que aprenda de esta tierra…
¡Bendito suelo de mis hijos!

Y lo digo ya llorando
como un triste cocotero
plantado aquí en la playa...
que en el claustro callejero
de mi ciudad esto aprendí:
Que mi madre y Santa Marta,
son al menos para mí,
ese Cielo que mi alma
ya abatida clama,
pero ahora que las tengo
por Dios que soy feliz
y ya nada a mi me falta…
¡Soy samario hasta la cacha!